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Los barcos de la ermita de San Zoilo

A la ermita de san Zoilo en Cáseda nunca se le ha dado importancia; ni por historiadores, ni profesores de Arte por lo que ha estado abandonada por las instituciones, a pesar de sus diversas singularidades. Gracias a la Asociación de Amigos de San Zoilo y el apoyo de Pablo Larraz, médico de familia de Cáseda, pregonero, escritor e investigador, se está poniendo en valor la historia del conjunto arquitectónico. La primera incógnita es por qué la devoción a San Zoilo, andaluz cordobés, cristiano martirizado en el siglo IV. Al parecer la trajo en el siglo IX el obispo mozárabe san Eulogio de Sevilla cuando visitó al obispo de Pamplona Wilesindo, y el cenobio cluniacense prerrománico de Leyre, ya asentado con una gran biblioteca; luego quemado en tiempo de Sancho Abarca por las racias de su cuñado Almanzor. A la imagen de san Zoilo se le da culto en la iglesia parroquial de Cáseda en una imagen, desapercibida, sobre una pequeña peana. Santo inconfundible ya que al ser torturado con la extracción de los dos riñones se representa con un riñón al aire, pero al estar de frente a los fieles no les da tanta dentera. Ecos cristianos en los primeros pasos del Reino de Pamplona.

La función de la ermita de enormes dimensiones, de planta románica de transición al gótico, no está aclarado, si estuvo servida por frailes hospitaleros en el Camino francés, dada la existencia en sus aledaños, de un edificio de viviendas, hoy en recuperación. No se conoce el por qué del trazado singular de su tejado ondulado, ni el de su ubicación en un hondón a la salida por la carretera de Cáseda a Carcastillo. Las pinturas góticas del ábside, restauradas, por sí mismo merecen su visita.

Un interés singular y creciente lo presentan las pinturas murales como manchones negros deterioradas por las humedades que no se entendían su significado. En mis anteriores visitas ya se adivinaba que estaban dibujados barcos antiguos con trazo infantil, como si, abandonada la ermita, alguien se hubiera entretenido manchando las paredes. ¿Pero tan altos; subidos en andamios? El interés investigador de Pablo Larraz tras detenido estudio de investigación, limpieza y restauración ha dado al fin con la interpretación. Se trata de la representación monumental de la conquista de la Goleta en 1535 por la Armada de Nápoles, del emperador Carlos V, en la que fue capellán Martín de Lubián, oriundo de Cáseda, que a su retorno fue vicario de la Iglesia parroquial de Santa María de Cáseda, y quiso grabar para la historia la gran batalla de galeones, galeras, galeotas, esquifes cristianos, frente a defensas terrestre de castillos turcos, bombardeándose mutuamente, e imprimir el signo de la victoria a la que contribuyó.

Jose Javier Viñes

P.S. Para saber más: P. Larraz Andía. Los grafitos navales de san Zoilo. Pregon nº 51 pags. 130-135

Pregón Siglo XXI, 1943-2023

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